La libertad y los derechos personales no deben ser violados, interferidos, perturbados, ni sometidos a impedimentos como se hace aún en Cajamarca y Cañaris con el entorpecimiento de reunirse a protestar sin afectar derechos fundamentales de quienes no lo quieren hacer. La única vinculación del Estado con los que protestan no puede ser la represión y esto es lo que se está haciendo últimamente, no últimamente pero ya desde un buen tiempo, pero ahora con mayor fuerza. El problema no está en los mal llamados “opositores al desarrollo”, pasa también, y es más importante, por la conducta de las fuerzas de seguridad con las órdenes de los ministros que no hacen más que entablar una comunicación en base a la criminalización y represión.
No
necesitan las poblaciones que el Estado cumpla un rol paternalista y que
incline el poder al lado popular, sino que se necesita presidir el desarrollo
sin alejarse del derecho interno, sin irreconocer los derechos fundamentales de
las poblaciones y las libertades y derechos personales, tampoco inobservar las
normas ambientales y menos del derecho consuetudinario de poblaciones que viven
expresamente de la agricultura, la ganadería, siendo ellas su forma de sustento
y de desarrollo a posteriori. La minería
ha demostrado en el plano nacional tender a ser la mayor fuente de
conflictividad social, si eso no es obstáculo al desarrollo ¿entonces qué es? Según esta lógica, ¿no es acaso la minería la
que se opone al desarrollo con el cambio de vida rotundo que quiere imponer al
explotar zonas donde otras actividades productivas han sido fuente de sustento
desde el plano milenario?
Si tomamos
en cuenta que el desarrollo no solo lo genera la actividad minera, entonces
estamos frente a un muro político-económico cínico, cuasi invisible que impide que
comunidades campesinas, nativas, aimaras puedan configurar en el presente su
camino hacia un futuro agrícola exportador de materias con todas los amparos
mercantiles para generar el tan ansiado incremento del erario nacional y con ello
conseguir el sueño gubernamental: “igualdad social, más dinero en el bolsillo
de los peruanos”, sin que tenga que incrementarse el coste de vidas humanas y
alejar más el laso Estado-pueblo a causa de intentar por todos los medios,
habidos y por haber, la imposición de una sola actividad en regiones como la de
Cajamarca, La Libertad y ahora Lambayeque; cosa difícil pero que con buenas políticas,
políticas sociales y no impositivas, se lograría.
Convertirnos
en un país pluriproductor, megabiodiverso que no dependa de una única actividad
es el camino, aunque para ello no debe relacionarse la ambición de unos en posición
contraria a la de otros que son las mayorías.