Lo
que sucede en la Franja de Gaza no es una guerra, es, por cualquier punto de
vista, una vil y cobarde matanza, un genocidio aplicado al pueblo palestino por
los sionistas israelíes. Los árabes no cuentan con la capacidad logística para
que con armas ejerzan su defensa bélica.
Vemos, en las redes sociales y en los medios de comunicación mundial imágenes que son, a la vez de entristecernos, escalofriantes.
Vemos, en las redes sociales y en los medios de comunicación mundial imágenes que son, a la vez de entristecernos, escalofriantes.
Niños con sus pequeños cuerpos destrozados, familias
arrodilladas a la autoridad de una Ametralladora Ares "Shrike",
pidiendo con las manos juntas, como en señal de oración, que no los maten.
Mientras que en Sudamérica nos “emocionamos hasta las lágrimas con el opio del
futbol, sin desmerecer la importancia del deporte, en el Mundo la sangre de
inocentes, una gran mayoría de niños, se
riega en las botas de salvajes que, desconociendo su historia de vejámenes que soportaron
ante los alemanes, aplican la misma lógica antisemita camuflada en la ideología
sionista para desaparecer a una raza de seres humanos que, en el mejor de los
casos, la creen inferior.
Mientras
tanto, la indiferencia del mundo y de sus gobernantes ─excepto Ecuador en
Sudamérica─, no hacen nada por alzar la voz ante tan magna injusticia.
En
el mundo existen problemas más graves que “si se queda o no en nuestro
continente la copa mundial”; nos indignamos por simplezas, pero perdemos el
rumbo de los atentados que se dan, en la coyuntura mundial, contra la
humanidad.