El
tema es complejo, no solo desde el punto de vista del sujeto activo, sino de
todas las personas integrantes de la sociedad, ya que las mismas directa o
indirectamente se convierten en cómplices de éste delito al no denunciar un
caso que sabido es ilegal, por temor o por lo que fuese ayudan a que vaya en aumento
el índice de casos que afectan a la colectividad.
Empecemos
definiendo lo que es la extorsión: desde el punto de vista legal es un delito
lesivo de la libertad y del patrimonio, tomando mayor importancia éste ultimo
en nuestra legislación; y de la visión de la sociedad, es un delito común; tan
es así, que no causa asombro; y lo peor, en sectores donde hay un alto
porcentaje de desempleo y de imperio de la delincuencia, es una forma de
laborar-cotidiano, justificado en la falta de empleo y la necesidad de buscar
fuentes de sustento.
Parte
de nuestra costa ─Chiclayo y Trujillo─ se han convertido en ciudades de
pillería. Los niveles de delincuencia en una y otra jurisdicción van aumentado al
punto que ya se ha vuelto común escuchar a diario noticias de asesinatos y
extorsiones.
Actualmente
nuestra legislación ha cambiado debido a la demanda por parte de los
facinerosos que utilizan este medio delincuencial, asignando penas entre diez y
treinta años ─variando acorde a las
circunstancias y los agravantes─ que no han reducido en nada los actos que
encierra esta modalidad.
La
extorsión ─como ya anote─ se entiende
desde el punto de vista penal como un delito pluriofensivo, que afecta bienes
jurídicos como: propiedad, integridad física y libertad. La protección de estos
bienes jurídicos ha distorsionado la esencia del delito de extorción,
orientándose en aplicar amplias penas y dejando entre renglones la proyección
hacia una prevención durable y/o
sostenible. Con esto se busca una solución a corto tiempo sobre el incremento
del ilícito enfocado a intentar disminuirlo. Lo que es: un error represivo del
Estado que debería dar solución atacando el fondo, el origen de este flagelo.
La
ética: que se puede hacer si gran parte de delitos extorsivos tienen su origen
en los centros penitenciarios; muchas veces, a espaldas del personal del Inpe;
y otras tantas, en complicidad con estas fuerzas de seguridad. Es risible
escribir algo que para nada, es secreto. Los mismos trabajadores del Inpe, son
extorsionados. Y en caso no acceden, son amenazados violentamente ─esencia de la extorsión─ obligándolos a
flaquear frente a sus presiones; situación que hace que la autoridad de la que
nunca deben desprenderse este personal (Inpe), se pierda, colocándose frente a
estos señores en situación de desventaja, logrando ellos (los delincuentes),
una suerte de: agarramos al toro por las astas. Pero eso no es todo, muchos de
ellos como escribí líneas arriba, se prestan o participan directamente ─no solo el Inpe, hay casos de policías
extorsionadores ─en estos actos
censurables, valiéndose de la información que sus cargos les proporcionan.
Claro está, ¡no! todas nuestras fuerzas internas están contaminadas, existen
buenos, muy buenos y honrosos trabajadores del orden que merecen respeto y a
ellos debemos en gran parte la esperanza de que en un futuro se acabe con este
delito ¿utopía? Pues no.
Existe
un amplio número de investigaciones sobre esta práctica, con el objeto de
encontrar ¿cómo? la maña de la extorsión afecta la actividad económica de las
ciudades importantes de nuestro país, (más aquí en Trujillo, donde la prensa
nacional la ha llamado la cuna de la extorsión). Parte de la economía de
nuestra nación está basada en la actividad empresarial, ya sea micro o macro.
Pero esta actividad se ve mermada cuando facinerosos obligan a los empresarios
a extremar medidas de seguridad en las empresas, generando gastos, que en
diversos casos desalienta la iniciativa privada. ¡No es posible! ─decía un
fabricante de calzado del Porvenir cuando lo entrevisto un reportero en una
comisaría local─ que compartamos parte de nuestras ganancias con gente de mal
vivir que lo único que hacen es rascarse las pelotas todo el día y fin de semana o mes, reciben sentados el
dinero fruto de mi esfuerzo, el de mi familia y mis trabajadores. En este punto
es notorio que no se afecta al empresario únicamente, sino que en muchos casos
el mismo, se tiene que desprender de sus trabajadores por los “cupos”_así
llamado el pago_que se tiene que abonar a los extorsionadores. Acceder a esta
coacción delictiva es síntoma cercano de: cierre definitivo de sus negocios o,
sustento indefinido para los malhechores.
La
industria del calzado es solo un ejemplo. Existen extorsiones y en mayor cantidad
a transportistas; dueños de restaurants, grifos, tiendas de abarrotes, bodegas,
bares, clínicas; en síntesis, ni el guachimán de la esquina, ni la señora del
cebiche en triciclo, se salva, todo reflejo de superación y bienestar
económico, es miel, imán que atrae a los forajidos. Todos estos patrones son
conocidos como delitos contra el patrimonio de una persona lo que constituye
una universalidad jurídica o de derecho, porque el tratamiento unitario de los
elementos singulares que integran ese conjunto, ese todo, depende
exclusivamente de la ley. ¿Y dónde está la ley? o ¿dónde está la aplicación de
la ley?
No
es intensión en este escrito ver el punto jurídico de la extorsión, sino, como
socialmente se veja los derechos de cientos y, tal vez miles de personas que a
diario son sujetos de estos actos taimadosos.
Los
números de personas afectadas son bastantes, como también lo son las
modalidades de extorsión. Las hay para todos los gustos delincuenciales y las
escalas delictivas (índice de criminalidad del sujeto activo), existen las
llamadas telefónicas; caracterizada por ser desde el interior de los centros de
reclusión; mensajes de texto; notas en
la puerta, acompañadas de un escrito o pedido; las intimidaciones a
transportistas quemando vehículos; y otras extremas como: disparar a la fachada
de las casas, tirando abajo los cristales, y el famoso desayuno con granadas.
En fin hay muchas. Pero la peor creo yo es: la del mensajito con inocentes
niños, que llegan a casa y dan la noticia a los padres, sin darse cuenta que lo
que se les ha comunicado es grave. Esto, cuando deja de ser meramente mensajito
y se pasa a tomar poder sobre un menor de edad, o limitando su libertad
(secuestro) es un agravante en nuestra legislación.
Ahora,
muchos de los delitos extorsivos son aceptados con resignación por los
agraviados, pasando a ser uno mismo, cómplice de su tribulación. Esto se
refleja en las estadísticas de la base de denuncias de Policía Nacional y el
Ministerio Público, pues habrá en las comisarías de la región a lo mucho30
(treinta) denuncias reportadas, debido a que los mismos policías “les aconsejan
que solucionen su problema internamente para evitar represalias”. (Fuente:
Diario Satélite). A ese extremo se ha llegado por la falta de autoridades
competentes _que también tienen su modalidad de extorsión, pero no es lo que
compete en este ensayo_ que vigilen con celo lo que ordena la constitución:
SEGURIDAD Y ORDEN INTERNO. Toda esta falta de buena política en seguridad
ciudadana y la poca efectividad policial, hacen que los transportistas hayan decidido
tomar la justicia por sus propias manos. Lamentable decisión, pero es por
seguridad, alega cualquier persona que sea víctima de este aberrante flagelo.
¿Por su seguridad?, los choferes están comprando armas de fuego para
defenderse. “Vivimos aterrados”…
Si
en algún momento de tu tranquila vida eres víctima de una extorsión procura mantener
la calma, y piensa bien ─es muy difícil,
pero no imposible─ no te dejes engañar, ¡no! conversación extensa, es decir, no
la hagas larga ni tampoco acuerdes prematuramente con esta lacra, mejor acude a
un establecimiento cercano de policía ─empieza
a creer en la justicia─ hay buenos policías que no les intimida este mal
proceder y por el contrario se la fajan para protegernos.
Nunca
ante una llamada proporciones nombres, direcciones o teléfonos de amigos o
familiares, pueden estar recabando información para más adelante utilizarla en
una eventual extorsión.
Finalmente, es urgente y necesario una nueva visión y
misión al dogma de la EXTORSION. Sabido es en nuestra historia y la historia de
las penalidades que aumentando las penas y aumentando el marco del delito no se
logra disminuir o frenar su avance. Creación de medios preventivos es lo
correcto. ¿Cómo lo hacemos?; atacando el problema social, desde los penales,
trabajando en el objetivo superior del Derecho Penal: resocialización,
rehabilitación y reinserción. Y con la sociedad, aún más dura será la labor.
Para la familia, campaña de valores, enfocadas en instruir a este principal
núcleo, para que prevea formar hombres/mujeres útiles para el desarrollo
nacional total.
Hagamos
campañas de prevención.
Recordemos
a nuestros niños que la libertad, trae con ella responsabilidad y que la
responsabilidad es origen de tranquilidad.