Éste niño no teme, conoce muy
bien la amargura del dolor, ya ha probado de todo. Ha sido abandonado, ha
pasado fríos, hambre, sed y sin sueños se ha quedado, pero también ha derribado
murallas, ha transformado la desconfianza en cariño y el cariño en amor. Sigue cayendo
y, con más razón, sigue levantándose. Ahora sigue siendo un niño, un hombre con
el corazón de niño. Pinta ahora su historia en un blanco lienzo de color.