Lo que la buena prédica de Cristo
ordena: al lado del oprimido; no del
opresor o poderoso es el sendero que deben seguir quienes teológicamente se han
instruido para seguir los pasos del dueño y amo de los dominicus.
La Teología de la Liberación
nunca pretendió ser el Caballo de Troya con el que el marxismo o comunismo
ingresaría al mundo, sólo fue la doctrina que buscó (a) la reivindicación del débil, la menos burocracia
conservadora: hombre-iglesia y el apego a los mandatos que escupe la Biblia.
Dios es pueblo.