Sigo aquí; sentado frente a un papel en blanco, sentado sin aspiraciones, ni un futuro prometedor, sentado, porque sólo así puedo mantenerme, sentado porque quiero apaciguar el dolor.
El fragmento de papel, que rápidamente se colma de estupideces, parece ser el único amigo que tengo ahora, parece ser el único al que le puedo decir mis más hondos sentimientos y pesares. Él sólo él es capaz de sacrificar su tenue blancura para dar vida a una estupidez, una estupidez que al ser escrita llena de gozo y felicidad al autor, una estupidez, que, en su ironía refleja la verdad.